El fraude de las dietas milagrosas de adelgazamiento
Porque la nutrición no es una moda…
Por Carlos Castillo Peralta.
Durante los últimos años, al igual que en los países "desarrollados", en nuestro país se han incrementado los problemas de sobrepeso y obesidad. Por ello, en la actualidad las personas muestran un interés creciente por los problemas derivados de la alimentación y la nutrición. Desgraciadamente, sumado a este plausible interés, está la preocupación por la imagen corporal debido a que vivimos en una sociedad sometida a ciertos cánones o patrones de belleza que privilegian la extrema delgadez. En consecuencia, se han puesto de "moda" un sinnúmero de falacias o mitos, consistentes en las denominadas "dietas milagrosas" o "mágicas" de adelgazamiento, difundidas a través de Internet, de la televisión, de revistas de moda, etc. Sin embargo, en muchos casos estas "dietas milagrosas" sólo buscan el beneficio económico de sus creadores más que la promoción de una alimentación saludable.
¿En qué consisten las dietas milagrosas de moda?
Las dietas milagrosas de moda son regímenes estrictos para reducir peso, basados en principios anticientíficos incapaces de satisfacer las necesidades del organismo, por consiguiente son nutricionalmente inadecuadas. No se consideran eficaces a medio y sobre todo a largo plazo.
¿Cómo las podemos identificar?
1. Suenan demasiado bien para ser verdad. Sencilla, sin pasar hambre, sin hacer deporte, sin esfuerzo, sin darte cuenta, etc. Sin embargo, en nutrición no hay abracadabras.
2. Prometen una rápida pérdida de peso, asombrosa, garantizada. Hay dietas que aseguran una reducción de 5 kg en una semana, en tres días, etc. La pérdida de peso recomendable es de aproximadamente 1 kg por semana. Que no te quieran dar gato por liebre.
3. Proponen cantidades menores de un determinado grupo de nutrientes o lo que es peor suprimen completamente de la dieta algún grupo de nutrientes. Es incomprensible que algunas dietas prohíban por ejemplo, consumir carbohidratos ya que son el mejor combustible para nuestro organismo.
4. Suelen clasificar los alimentos en buenos y malos. En indudable que algunos alimentos deberíamos consumirlos más a menudo y otros más esporádicamente, pero de ahí a decir que algunos son benévolos y otros son perniciosos es una exageración (la cuestión es que el método de clasificación es casi siempre fruto de la "inspiración divina", aunque en algunas ocasiones tiene algún sentido, pero no mucho). De hecho, el ser humano ha sobrevivido gracias a que somos omnívoros y obtenemos nuestros nutrientes de todas las fuentes disponibles.
5. Exageran o distorsionan las cualidades científicamente comprobadas de un nutriente. Los nutrientes son necesarios para que nuestro organismo funcione correctamente, de eso no cabe la menor duda, pero su consumo en exceso no aumentara nuestra eficiencia, por el contrario podría poner en peligro nuestra salud.
6. Proponen planes de menos de 1200 kcal/día en las mujeres y de menos de 1500 kcal/día en los hombres. Las mujeres y los hombres que ingieran menos de las cantidades de energía señaladas tendrán serias dificultades para satisfacer sus requerimientos nutricionales, sobre todo si la dieta se prolonga por largos períodos de tiempo.
7. En ocasiones sugieren el consumo de suplementos nutricionales o de algún otro producto o preparado especial. Cuando intenten venderte vitaminas, minerales, antioxidantes, aminoácidos, ácidos grasos esenciales, etc., recuerda que todas esas sustancias abundan en los diferentes grupos de alimentos, y son innecesarias si se consume una dieta saludable.
8. Ofrecen testimonios personales o de famosos, en lugar de hechos científicos. Y lo que es peor muchas veces nos fiamos de la opinión de alguien que no sabe nada de nutrición o sabe muy poco.
¿Por qué nos comemos el cuento de estas dietas milagrosas moda?
1. Tenemos escasos conocimientos acerca de alimentación y nutrición. Uno de los principales problemas en nuestro medio es la poca educación alimentaria y nutricional de la población. Seguramente que muchos somos conscientes de que nos estamos alimentando mal, pero no sabemos cómo revertir la situación debido a nuestra falta de conocimientos.
2. Carecemos de tiempo y de fuerza de voluntad. La excusa de falta de tiempo para comer saludablemente es cada vez más frecuente en las ciudades que en las zonas rurales. Lamentablemente en las ciudades muchos comemos fuera de casa y casi siempre los menús que se ofrecen en los restaurantes no permiten seguir una dieta adecuada.
3. Miedo a engordar. Es un estado emocional caracterizado por una aversión a engordar y la insatisfacción con la imagen corporal y/o el peso que no guarda relación con el tamaño (estatura) del cuerpo, y que se acompañan de intentos malsanos de adelgazar.
4. Sufrimos de sobrepeso. Para valorar el peso utilizamos el "Índice de Masa Corporal", conocido por sus siglas IMC (en inglés: Body Mass Index, BMI), que se obtiene de dividir el peso (kg) entre la estatura al cuadrado (m2), es decir se expresa en kg/m2, y es válido tanto para mujeres como para hombres. Según la Organización Mundial de la Salud, los valores normales ("normopeso" o "peso normal") del IMC se encuentran entre 18.5 a < 25 kg/m2. Es decir, tenemos sobrepeso si nuestro IMC es igual o superior a 25 kg/m2.
5. Somos presa fácil de la publicidad. Sumado a la poca información que tenemos sobre alimentación y nutrición, la existencia de publicidad engañosa con la que nos encontramos día a día agrava el problema. Dedica algo de tiempo a informarte sobre la salud para que no te tomen el pelo.
Pero, ¿cuál es el problema con estas dietas milagrosas de moda?
Lo que ocurre es que no nos enseñan a alimentarnos de manera completa, equilibrada, suficiente y adecuada. Nuestro organismo necesita de todos los nutrientes (carbohidratos, lípidos, proteínas, vitaminas, minerales y agua) en cantidad y proporción necesaria, para funcionar de manera óptima.
¿Cuáles son las consecuencias para la salud?
1. Provocan deficiencias nutricionales importantes y alteraciones metabólicas, sobre todo si se prolongan por largos períodos de tiempo.
2. Desencadenan trastornos del comportamiento alimentario, como la anorexia y la bulimia.
3. Producen efectos psicológicos negativos, siendo muy frecuentes los problemas de autoestima.
4. Favorecen el "efecto rebote" o "efecto yo-yo" que consiste en la rápida recuperación posterior del peso perdido cuando se abandona la dieta. En consecuencia, el sentirse "estupendo" o "estupenda" dura poco.
5. Cuando se abandonan estas dietas, las personas que las siguieron no han aprendido a comer saludablemente y vuelven a los hábitos que les hicieron subir de peso.
Lo que sí funciona
Lo que debemos hacer es aprender a comer, saber qué alimentos, qué cantidades y con qué frecuencia debemos consumirlos.
En general:
1. Elimina las bebidas azucaradas, como gaseosas y jugos procesados.
2. No comas en exceso, sí ese es tu problema, disminuye de manera significativa las cantidades de cada alimento. Tu cuerpo se irá acostumbrando y cada vez se llenará con menos.
3. Realiza cinco comidas al día en porciones más pequeñas. Por nada del mundo dejar de tomar desayuno.
4. Consume frutas y verduras crudas, leguminosas, productos integrales, y no dejes de beber agua.
5. Realiza de 20 a 30 minutos de ejercicio diario, independiente de la dieta que hagas te van a ayudar mucho. Sentarse en un sillón no es malo para la salud, lo malo es estar sentado a todas horas.
6. Cualquier intento de reducir peso requiere un esfuerzo y, por tanto, interés, voluntad y motivación.
Por último recuerda que LA NUTRICIÓN NO ES UNA MODA, ES UNA CIENCIA, Y COMO TAL ESTÁ BASADA EN HECHOS CIENTÍFICOS.